El duelo no es un error del sistema emocional.

Cuando hablamos de duelo, muchas personas lo imaginan como un estado oscuro del que hay que salir rápido, algo que se debe "superar" cuanto antes, casi como si fuera un error del sistema emocional. Pero el duelo no es una falla, ni una debilidad, y mucho menos una enfermedad.

El duelo es un proceso natural, humano y profundamente personal que se activa cuando vivimos una pérdida significativa. Puede tratarse de la muerte de un ser querido, pero también de una separación, un cambio de etapa, una mudanza, una pérdida de salud, de un sueño, de una versión de ti que ya no está. En realidad, el duelo aparece cada vez que algo que era valioso para ti cambia o desaparece.

Y cuando eso sucede, es normal sentir tristeza, enojo, miedo, confusión o incluso un gran vacío. Estas emociones no son “síntomas” de algo malo. Son parte del mismo proceso de adaptación. El duelo es la forma en que nuestro corazón y nuestra mente intentan comprender lo que ha pasado y reorganizarse para seguir adelante con lo vivido, lo integrado, y no borrado.

El duelo duele, pero también transforma

No es un camino lineal ni igual para todos. Hay días en los que parece que ya estás mejor, y otros en los que vuelve el nudo en la garganta. Todo eso es parte del proceso. No se trata de “superar” la pérdida, sino de integrarla con amor, de darle un nuevo lugar a lo perdido y de darte permiso de seguir viviendo con sentido, aunque las cosas ya no sean como antes.

Llamarlo enfermedad no solo es injusto, también puede hacernos sentir que estamos mal por sentir lo que sentimos. Y no. Sentir duele, pero es una señal de que estamos vivos, de que algo nos importaba profundamente. El duelo no es algo que se cura, es algo que se transita.

Acompañar el duelo: una necesidad, no un lujo

Muchas personas no necesitan medicinas para el duelo, necesitan espacio, contención, escucha, tiempo. Necesitan no sentirse solos. Por eso el acompañamiento tanatológico existe: para ofrecer una presencia que sostenga, un silencio que abrace, una palabra que aligere.

Si hoy estás viviendo una pérdida y sientes que el mundo cambió por completo, que el suelo se movió y no sabes por dónde seguir, quiero decirte esto: no estás mal, estás en duelo. Y eso merece ser mirado con amor, no con prisa.

Aquí estoy para acompañarte. Sin exigencias, sin juicios, sin atajos. Solo con el corazón presente y el respeto que tu historia merece.

¿Estás viviendo un duelo y no sabes por dónde empezar?

Aquí encontrarás un espacio seguro, sin juicios ni exigencias, donde puedes sentir, comprender y sanar a tu ritmo. Te acompaño con presencia, empatía y herramientas reales para transitar este camino